viernes, 21 de noviembre de 2014

“Del Expresionismo Orgánico a la Abstracción Intuitiva” por el pintor Pedro Solá


          En el arte, como en todo el universo, la movilidad es continua. Hay una mutación permanente, una dinámica evolutiva; búsqueda y desarrollo de una línea de trabajo que, al concretarse en la obra, da lugar naturalmente a una nueva etapa. Si este proceso se detiene, sucede la disolución, el fin del artista. Lo que comenzó siendo expresionismo, por su cualidad de carácter e intensidad cromática, y orgánico, por su inspiración en las formas de la naturaleza, evolucionando, devino abstracción intuitiva. 
          Abstracción Intuitivanacida de la intuición como sentido perceptivo, de la intuición como herramienta del psiquismo que permite  abarcar lo que esta más allá del horizonte visible por el intelecto. Más allá del intelecto no significa que la razón crítica esté ausente del proceso de realización de la obra, sino que esta no está limitada, supeditada al pensamiento discursivo. La intuición, hija del sentimiento, crea de un modo espontáneo, inmediato y “abarcante”. La abstracción, resulta del deseo de plasmar una cosa en si; como un objeto. Lo contrario de “representar” algo. 
          La obra abstracta pretende ser algo real por sí misma, como lo es una planta, una piedra, un animal. No una representación de lo real. Aunque pueden aparecer figuras reconocibles evocadas por la intuición en su contexto subterráneo, estas figuras no son más que referencias aleatorias, signos. En el proceso de creación intuitiva, el artista “se deja ir”, se comunica con las fuentes del ser, con el universo como totalidad. 
          Cada momento es único, total y definitivo, de ahí la importancia del gesto. El pensamiento, su estructura intelectual, participa en el ordenamiento que hace legible el caos primigenio, un ordenamiento imprescindible para la comunicación legible, para que la obra no sea la insensatez de un loco pretendidamente genial. 
          La intuición es una guía certera cuando no está contenida, amarrada, por lo intelectual que limita e intenta explicar lo que solo se puede percibir como sentimiento. Hay en ese camino una disolución del yo individual, una disolución del ego para dejar penetrar, sin interferencia, la máxima luminosidad. 
          El artista se interna en el inmenso desconocido, sin pretensiones de conquistador, sino más bien, como maravillado explorador
Por último, es preciso señalar que el dominio de la técnica es imprescindible para alcanzar, como una flecha certera, la transición luminosa, sin opacidades. Entendiendo por técnica, no solo el dominio del oficio, sino más bien la capacidad de elegir o inventar el medio adecuado para realizar la obra en una síntesis clara, que excluye los ornamentos.

Pedro Solá, nacido en Buenos Aires, es pintor, hijo y nieto de pintores. Ha viajado por gran parte del mundo y ha expuesto en muchos países. Actualmente está afincado en Sevilla.
          Ahora es posible ver una exposición de algunos de sus cuadros en LATiDOS, hasta el viernes 28 de noviembre.